Vivimos en una época donde las pantallas digitales forman parte integral de nuestras actividades diarias. Ya sea por motivos laborales, educativos o recreativos, dedicamos extensas jornadas observando monitores, tabletas y dispositivos móviles. Esta exposición continua representa un desafío considerable para nuestra visión.
Los ojos humanos evolucionaron para observar paisajes amplios y variar constantemente el punto focal entre objetos cercanos y distantes. Sin embargo, el trabajo prolongado en computadora obliga a mantener la atención en una superficie plana a distancia fija, exigiendo un esfuerzo sostenido de los músculos oculares que normalmente alternarían entre diferentes distancias.
Aspecto relevante: Las investigaciones indican que durante la actividad digital intensa, las personas reducen su frecuencia de parpadeo natural hasta en un 66%, lo cual disminuye la hidratación ocular y genera sensaciones de resequedad y molestias.
Además del esfuerzo muscular, las pantallas emiten luz azul de alta intensidad que penetra profundamente en el tejido ocular. Esta exposición constante puede influir en el confort visual diurno y potencialmente afectar los ciclos naturales de descanso, especialmente cuando se utilizan dispositivos antes del período de sueño nocturno.
Comprender estos mecanismos nos ayuda a tomar decisiones informadas sobre nuestros hábitos digitales y a implementar estrategias que favorecen el confort ocular durante nuestras actividades cotidianas.